Es habitual oír hablar de la preservación de la fertilidad, especialmente cuando existen problemas de salud, en los que la capacidad reproductiva de los pacientes se verá mermada, bien por la propia enfermedad o por el efecto de los tratamientos necesarios para paliar dichas dolencias.
No obstante, en los últimos años la preservación de la fertilidad se ha trasladado también a las mujeres que por diferentes motivos, han decidido posponer su proyecto de familia:
Motivos socioeconómicos. Los estudios superiores cada vez requieren más especialización, y por lo tanto, más tiempo, existen dificultades para acceder a una vivienda y la estabilidad económica tarda en llegar.
Motivos laborales; Existen dificultades a la hora de incorporarse al mercado laboral, con lo que se tarda más en conseguir una estabilidad laboral, anteponiendo la carrera profesional a los proyectos personales.
Motivos emocionales: Todo ello hace que se llegue más tarde a una estabilidad emocional. Además, el número de segundas parejas ha aumentado en los últimos años, con lo que los nacimientos del primer hijo o de completar la familia ocurren a edades más tardías.
El problema reside en la edad a la que se comienza a buscar el embarazo. La mujer nace con una reserva ovárica determinada, que va disminuyendo con el paso de los años, hasta llegar a la menopausia, además de ir perdiendo calidad en sus óvulos. Esto es algo que no se puede frenar, con lo que la fertilidad se ve afectada por este factor.
Por ello, es importante que las mujeres que estén interesadas en preservar su fertilidad, consulten con los equipos especializados para conocer todas las opciones disponibles y reciban el apoyo psicológico adecuado.