Podemos hablar de dos tipos de infertilidad femenina:
- Primaria: cuando una mujer nunca ha podido quedarse embarazada
- Secundaria: cuando ha tenido un primer hijo, pero al buscar el segundo se hace imposible.
En el primer caso, cuando una mujer decide que quiere ser madre y tras varios intentos ve que le resulta imposible, para ella el tiempo se paraliza y a partir de ahí su vida gira en torno a su ciclo menstrual y un test de embarazo fallido tras otro.
En el segundo caso, la cosa cambia dependiendo de las necesidades de la mujer, ya que hay mujeres que al final se conforman y aceptan el destino de ser madre de un solo hijo, pero sin embargo hay otras mujeres que su mayor deseo es formar una familia numerosa y por lo tanto se vuelve igual de frustrante que el primer caso.
Además, en muchas ocasiones, se da el caso de la comparación social, es decir, cuando ven que en su círculo de amistades comienzan a formar familias y esto acusa más aún el sentimiento de frustración, incluso a desencadenar una crisis vital y la consiguiente depresión.
¿Cuándo plantearse la opción de un tratamiento de fertilidad?
En el momento en que se asume que hay un problema de tipo fisiológico (falta de ovulación, trompas de Falopio obstruidas…) y que necesitamos una ayuda alternativa. Y cuando hablamos de asumir, vamos mucho más allá, hablamos del aspecto psicológico y existencial, porque ninguna mujer llega a plantearse durante su juventud que pudiera tener problemas a la hora de quedarse embarazada. Por lo tanto, hablamos de llegar al punto de equilibrio en el que la mujer acepta que el camino va a ser un poco más complejo, reduce su ansiedad y llega a invertir su estado de ánimo deprimido a un estado de ánimo optimista y con ganas de luchar por su sueño.
Sabemos que no todo el mundo tiene la capacidad de resurgir de las cenizas como el Ave Fénix, y por ello es muy importante solicitar ayuda profesional, porque en muchas ocasiones pasa lo siguiente: la vida nos ofrece una caja llena de herramientas para poder afrontar con éxito todas las situaciones adversas de la vida, pero hay personas que por diversas circunstancias o bien no saben utilizar más de una de esas herramientas, o incluso se han llegado a estropear debido a malas experiencias. Nuestro papel como psicólogos es ayudar a las mujeres a repararlas, a enseñarles a darles un buen uso y en definitiva a ser resolutivas, felices y que alcancen todos sus sueños.
