En la actualidad la esterilidad es un problema que afecta a la pareja pudiendo encontrar su origen tanto en el hombre como en la mujer, ser mixta o tener un origen desconocido, esta última se da cuando no se encuentra la causa en ninguno de los dos miembros de la pareja, haciendo evidente de esta forma la influencia de los factores psicológicos a la hora de conseguir un embarazo.
Es una realidad que el estrés puede interferir con la concepción, todos conocemos casos de parejas que cuando se han relajado han conseguido el tan deseado embarazo. Y esto es debido a que el estrés puede afectar al funcionamiento del hipotálamo, esa glándula del cerebro que regula el hambre, las emociones y también hormonas implicadas en la reproducción.
Cuando hablamos de estrés, es importante diferenciar entre el estrés puntual y estrés mantenido, el cuerpo suele adaptarse a los momentos estresantes cotidianos, y es posible que la ovulación se adapte a ese ritmo y sea constante, lo cual no quiere decir que no pueda estar interfiriendo. El estrés repentino (disgusto fuerte, una muerte repentina, un accidente) puede alterar tu ciclo e interferir con la ovulación. También es importante saber que el estrés no es solamente una reacción a algo negativo, sino que el estrés positivo también puede retrasar la ovulación, como podría ser la preparación de un evento importante. Además, los efectos del estrés varían, para algunas personas cualquier mínimo inconveniente puede alterar su ovulación mientras que otras no se ven afectadas por muy traumático que sea lo que les ocurra.
El estrés puede también afectar la fertilidad interfiriendo en el transporte del ovulo y los espermatozoides a través de la trompa de Falopio e incluso alterando el flujo sanguíneo uterino. Por otro lado, puede reducir la cantidad y calidad de espermatozoides. Las investigaciones también han mostrado mucho menor volumen de semen y de concentración de espermatozoides en un grupo de estrés crónico.
Uno de los efectos directos del estrés con los que habitualmente nos encontramos es la supresión de la libido, pudiendo también ser causa de la disfunción eréctil, dando como resultado una reducción en la frecuencia de relaciones sexuales y por consiguiente la reducción de la fertilidad.
Es importante saber que las mujeres sometidas a tratamiento por infertilidad tienen un nivel de «estrés» similar, y con frecuencia más alto, que el de las mujeres que se enfrentan a enfermedades mortales como el cáncer o enfermedades del corazón.
Por lo que se crea un círculo vicioso entre el estrés y la infertilidad, ya que uno agrava al otro. Cuando las parejas se hacen conscientes del estrés que están sufriendo, comienzan a sentir culpa por no conseguir el tan ansiado embarazo, aumentando aún más sus niveles de estrés y agravando el problema.
Tenemos también que recordar que tras la utilización de técnicas de reproducción asistida, nos encontramos en un momento en el que esperar los resultados durante aproximadamente quince días puede llegar a ser muy estresante, en estos momentos los niveles de estrés debido al tratamiento se incrementan por la incertidumbre de la espera dando lugar a un estrés añadido que no ayuda en absoluto al resultado deseado.
Lo anterior lleva a realizar un ejercicio de introspección y ser conscientes tanto del estilo de vida que llevamos como del efecto que ésta nos puede estar causando, tanto a nivel personal como de pareja, antes de someterse a un tratamiento de fertilidad, por lo que para tener un mayor éxito y pasar por el tratamiento lo más relajados posibles aconsejamos pedir consejo psicológico al profesional de vuestro centro, allí os ayudaremos a sentiros mejor y os daremos pautas que os ayudarán a conseguir que ese deseo se haga realidad.
