Gestionar las emociones durante un tratamiento de fertilidad

Montse Roura, psicóloga especializada en fertilidad, nos enseña unas pautas para gestionar mejor las emociones durante los tratamientos de Reproducción Asistida.

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Gestionar las emociones durante un tratamiento de fertilidad

Las emociones forman parte del día a día del ser humano. Cuando una pareja acude al especialista y le diagnostican un problema de fertilidad, empieza a sentir emociones y sentimientos muy contradictorios. Aprender a gestionar estos estados de ánimo es muy importante,  pues  el bienestar emocional  permite potencia los resultados del  tratamiento.

Las emociones durante un TRA

Las emociones suelen variar según la fase del tratamiento de fertilidad en la que estemos:

 El  diagnóstico, es el momento en el que la pareja toma consciencia de la problemática a la hora de concebir. Un momento en el que surgen emociones contradictorias, frustración, culpabilidad, rabia, incomprensión e incredulidad, son los principales sentimientos que invaden a la pareja al conocer los resultados negativos del estudio de fertilidad. Tanto en el caso de que sea uno u otro miembro de la pareja e inclusive los dos miembros los que presentan las dificultades, estas emociones pueden afectar negativamente tanto a la autoestima individual como a la relación de pareja.

Durante el tratamiento las principales emociones que aparecen están relacionadas con las expectativas y esperanzas respecto al mismo. Estas pueden ser consideradas sanas o patológicas, dependiendo de las circunstancias vitales en las que se inicie el tratamiento, del grado de consciencia e aceptación del mismo, de la relación que mantenga la pareja, del soporte social que reciben los involucrados, entre muchos otros factores. Hacemos referencia por lo tanto a emociones como tensión, agitación, exasperación, temor, inquietud, preocupación pero también a emociones como optimismo, confianza, esperanza y valentía.

Una vez finalizado el tratamiento, los resultados del mismo, al igual que sus emociones, pueden ser muy dispares. Ante un resultado positivo de embarazo, la pareja puede verse envuelta en un cúmulo de emociones positivas que se transmiten a todo lo que les envuelve. Hablamos de sensaciones de felicidad, satisfacción, logro, ternura y vitalidad.  Pero cuando los resultados son negativos, la pareja se siente invadida por emociones muy perturbadoras relacionadas con el duelo ante una nueva perdida, emociones de desesperanza, incomprensión, impotencia, perturbación, vacío, culpa y miedo.

Respecto a todas estas emociones,  se requiere una correcta gestión de las mismas. En primer lugar, es primordial detectar qué emociones estamos sintiendo y en qué grado de intensidad. Una vez localizadas es esencial que prestemos atención a los pensamientos que surgen de forma automática a raíz de las mismas y analicemos si son más o menos perjudiciales. En caso de que sean pensamientos perniciosos tenemos que observar cuales son las conductas que casi irreflexivamente surgen debido a estos.

Gestionar las emociones durante un tratamiento de fertilidad

La relación Emoción-Pensamiento-Conducta se retroalimenta entre si y por este motivo tenemos la oportunidad y la capacidad para modificarla. Somos conscientes de que no siempre es fácil cambiar un pensamiento que surge de forma  inconsciente,  pero en estos casos es factible modificar la conducta que realizamos. Un ejemplo que creo que facilitará la comprensión de esta relación es el siguiente.

Imaginemos una pareja que después de dos años de intentar concebir, se realiza unas pruebas y les diagnostican infertilidad femenina primaria. En este caso, la mujer puede sentir incredulidad, rabia y culpabilidad, mientras que el hombre puede sentir frustración, impotencia y reproche. Si no toman la suficiente consciencia de estas emociones y no las gestionan correctamente pueden llevarles a tener pensamientos perturbadores.

Estos pensamientos pueden conllevar conductas de evitación entre la pareja, dar lugar a reproches y potenciar el aislamiento. Si, por el contrario, ante esta situación la pareja es capaz de tomar consciencia de las emociones principales y del grado de afectación, puede modificar radicalmente el escenario preestablecido.

Así, los miembros de la pareja pueden modificar sus pensamientos, alterando a su vez la conducta o bien rectificar la conducta para que los pensamientos también se transformen. Es decir, si la pareja en vez de aislarse, inculparse, evitarse y reprocharse, se apoya entre sí, se comunica adecuadamente de forma asertiva y vive la dificultad como una situación a afrontar conjuntamente, verán cómo sus pensamientos se positivizan y las emociones se relativizan y se gestionan de una manera más eficiente.

A través de este ejemplo se muestra la importancia de gestionar adecuadamente las emociones que aparecen a raíz de una situación de infertilidad.

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